¿Cuál debe de ser la periodicidad para las pruebas de tamizajes, barridos o cribaje en los trabajadores?
Desde que se conoció que el SARS-CoV-2 podría contagiar incluso estando asintomáticos, se buscó alguna medida que pudiese controlar esa forma de contagio y con buen criterio se pensó en detectar la infección en aquellas personas asintomáticas a través de alguna prueba de laboratorio y el medio laboral no fue la excepción, dichas actividades se denominaron tamizajes , barridos o cribados e incluso la normativa peruana lo recogió como una medida recomendada y obligatoria de aplicación en las empresas para ciertos niveles de riesgo, según la derogada RM 239-2020, sin embargo en su momento nos encontramos con problemas como:
- Pobre disponibilidad de pruebas moleculares para detección del virus en la misma ciudad de Lima y mucho más en provincias.
- Pruebas rápidas para detección de anticuerpos de diversa procedencia y con estudios para el cálculo de su sensibilidad y especificidad de 40 u 80 casos que a todas luces eran insuficientes.
- Complicada logística para su aplicación en trabajadores operativos, para que dicha actividad no se convierta en un foco de contagio y mayor complicación en casos de trabajadores que están en remoto o en el retorno/reincorporación al trabajo.
- En caso de las pruebas rápidas los resultados algunas veces se hacían difíciles de entender por el porcentaje muy variable de reactivos en la misma población laboral, dificultades en el seguimiento de casos, por la falta de síntomas, por permanecer por más tiempo del pensado con el mismo resultado y finalmente por el porcentaje de casos en los cuales se logró hacer una prueba molecular haciéndonos pensar en casos falsos positivos.
Todos estos problemas han producido en el medio laboral altos niveles de absentismo y baja productividad como pensamos que ocurriría y lo escribí en una de mis primeras publicaciones (27 de marzo de 2020). Por todo eso, en algunas empresas decidieron interrumpir estos tamizajes, y en otros casos mantenerlas con pruebas rápidas pero seguidas de pruebas inmunológicas de mayor rendimiento o pruebas moleculares logrando un mejor rendimiento de dichos tamizajes.
Hoy con varios meses más de conocimiento sobre el tema, el Gobierno de España este 14 de Julio publico la actualización del procedimiento de actuación para los servicios de prevención de riesgos laborales frente a la exposición al Sars-CoV-2, quienes desaconsejan seguir aplicando pruebas en trabajadores asintomáticos y por otro lado el 22 de Julio la CDC de los Estados Unidos en su Estrategia de pruebas para SARS-CoV-2: consideraciones para lugares de trabajo no sanitarios, señalan que las pruebas virales en trabajadores sin síntomas pueden ser útiles para detectar COVID-19 temprano y detener la transmisión rápidamente, particularmente en áreas con transmisión comunitaria de moderada a importante, pero a la vez no recomiendan el uso de pruebas de anticuerpos como la única base para diagnosticar la infección actual ni para determinar si un individuo es inmune, además de señalar que el uso de las pruebas se podría dar en ciertas condiciones laborales que se pueden justificar, además para determinar el intervalo de estas pruebas, se tiene que valorar la disponibilidad de pruebas, la latencia entre la exposición y el desarrollo de una prueba viral positiva; empresas con ciertas características, la tasa de personas infectadas en la comunidad circundante, histórico de trabajadores que dieron positivo en tamizajes anteriores.
En nuestro país para el personal de salud inicialmente con la RM 139-2020 la frecuencia era de 7 días y ahora con la RM 375-2020 la frecuencia es cada 15 días, obviamente se trata de un personal de alto y muy alto riesgo de contagio por sus propias funciones.
En la práctica en los trabajadores que no sean de salud, desde marzo la periodicidad en las empresas se planteó cada 15 días o 30 días e incluso en casos anecdóticos de una vez o dos al año, hoy con las nuevas evidencias debe de quedar claro que la medida de tamizajes periódicos para controlar esa forma de contagio sigue siendo correcta, sin embargo por la precisión de las pruebas con las que contamos incluso esta medida está siendo desaconsejada, la prueba molecular podría ser la ideal pero lamentablemente su disponibilidad en el sistema de salud peruano es muy baja y por eso recurrimos todavía a las pruebas rápidas que son ampliamente cuestionadas a pesar que han ido apareciendo otras pruebas inmunológicas y moleculares.
Mi recomendación es que cada empresa evalué las variables señaladas y decida, si continuara haciendo pruebas de tamizaje tal como venían realizándolas, variar la frecuencia de aplicación de estas o no realizarla, y de acuerdo a estos escenarios tener planes de actuación y valorar el beneficio o no de su aplicación en la empresa. Si continuaran realizándolas, tener en cuenta con qué tipo de pruebas, sabiendo las limitaciones de estas mismas (especificidad, sensibilidad), tener claro los controles ante los resultados, y finalmente definir la periodicidad. Sin embargo, después de haber estado realizando estos tamizajes intervendrá otra variable que es la intervención justificada de los trabajadores directamente o a través de su organizaciones representativas mostrando la preocupación por haber espaciado el intervalo o con nuevas solicitudes de los controles que se realizaran para garantizar la ¨veracidad de las pruebas¨, o peor aún haber retirado esta intervención, que si bien a la luz de la ciencia esté cuestionada su efectividad, se puede interpretar como una pérdida de un beneficio.
“Nadie es experto ante el COVID-19 laboral, sin embargo, todos aprendemos con las experiencias del día sumados al conocimiento científico y siempre se puede mejorar”